Una tipica mañana de sábado
Lo primero que veo al despertar es el reloj del buró. No puedo levantarme sin saber qué hora del día es. Tengo que situarme en el espacio-tiempo para saber cuánto de vida me queda antes de volver a dormir. Luego veo la fotografía dónde salgo en Reino Aventura (antes de ser parte del monopolio) delante de la Montaña Rusa, ya tiene diez años esa foto pero me gusta tenerla ahí, me hace sentir algo bueno, inefable al verme en ella a mis inocentes nueve años. Me levanto, voy a la cocina. Del refrigerador saco un bote de leche ya abierto y me siento en la sala a ver la televisión. Como siempre, no había nada bueno para ver, así que dejé la película más reciente de Gatubela con Halle Berry, no es una gran película pero prefiero ver dar saltos a esa tremenda y suculenta mujer gato que algún tonto programa de concursos. Los sábados no hay nadie en la casa, mis padres salen a pasear, y mis hermanos estudian todo el día, así que tengo la casa para mi solo. Le subo todo el volumen a la televisión, lo regreso al normal. Voy a la recamara de mi padre, saco de su armario una caja que esconde hasta al fondo, la llevo a la mesita de la sala. La película me parece cada vez más aburrida. Saco el arma de la caja y salgo de la casa, me paro en el patio y veo si hay gente. Nadie, está desolado. Entro y mejor pongo música, le subo todo el volumen, tanto que la vajilla de mi madre, regalo de mi abuela, vibra. Me recuesto en el sillón y sigo bebiendo leche. Salgo otra vez de la casa. Nada. Me doy la vuelta y vislumbro a mi vecino. Un regordete con calvicie. Sale a observar la mañana en bóxer y playera blanca. Me saluda. Le disparo al pecho, su fea playera se llena de sangre, cae al suelo gritando, disparo otra vez, ahora a ese espacio sin cabello. Entro a la casa y le bajo a la música. Sigo viendo a esa linda gatita dar brincos y patadas por todos lados. Escucho que la vecina empieza gritar, pide auxilio. Salgo a ver qué pasa. Me dice que llame a una ambulancia porque alguien había herido a Rodolfo. No recordaba que se llamara así. Ella ve el arma. Se espanta, pero no lo suficiente, le disparo también. Cae de espaldas contra la pared de su casa, se toma la herida. ¿Qué nadie se muere el primer disparo? Pienso. Le disparo otra vez. Veo cómo algunos vecinos, llamados por ese bendito interés de saber que pasa a su alrededor, salen a ver qué sucede. Les disparo. Primero a la gordita que vive enfrente, esa si cae con el primer tiro. Luego a su madre aun más gorda que sale enseguida a cargar a su hija muerta. Tres disparos, solo le doy uno, los otros quedan el cuerpo inerte de la hija, se escapa herida y entra a la casa. Luego el vecino de un costado que sale gritando que me calme. No debe ni saber mi nombre, pienso. Con el sí descargo todo el cartucho, cae sobre la banqueta enfrente de mi casa. Entro a la casa y me siento a ver la película. Subo los pies al mueble y bebo más leche. Deberían comprar de sabor, pienso mientras veo el bote blancuzco. Extiendo la mano para conseguir más balas. Se escuchan muchos gritos afuera. Salgo a ver otra vez que sucede. Recargo el cartucho. Disparo a las personas que tratan de ayudar a la gordita y al vecino que está en mi banqueta. Les doy a dos señores más. Veo que mi vecino, con el que voy a la misma escuela se asoma por encima de la barda de su casa, le doy un tiro certero en la frente. Rayos, él me debía cincuenta pesos, pienso. Veo cómo la gente se junta frente a la casa, hasta un tortillero en su motocicleta, no debería estar aquí, le disparo, todos se apartan de él, cae junto con la moto, las tortillas se riegan por todos lados. Entro para ver que ya casi termina la película. Me recuesto. Se escuchan las torretas de las patrullas. No tarda mucho y un policía se asoma a la ventana, le disparo y se lo doy en un ojo. El vidrio se mancha de sangre. Qué buen disparo, aunque mi madre me enojará cuándo la vea, pensé. Alguien empieza a hablarme por un altavoz. Me piden que salga desarmado. No entiendo para qué. Me asomo a la ventana y apunto cautelosamente. Aprieto el gatillo. Veo lentamente cómo el uniformado suelta el aparato y se va de espaldas. Descargo todo el cartucho en los policías que están bajando de la camioneta. Un par caen al instante, los que no, se escabullen detrás del carro. Me regresan los disparos, uno me paso muy cerca, pero el florero del centro de mesa no podrá decir lo mismo. Dejen de disparar, mi madre se va a enojar que rompieron su florero; les grito a los policías. Se detienen, me siento en el sillón, pero ya no hay leche, busco más en el refrigerador. Veo las pastillas que me dijeron que tomase todos los días al levantarme. Las agarro y las echo a la basura. Soy una persona normal, todo está bien en mí, no sé para qué me recetan cosas que no necesito, pienso.
Cuento: Una tipica mañana de sábado
Autor: Mosca
Autor: Mosca
Enfermo..
ResponderEliminarExcesivamente enfermo.
Casí como un cerebro de esquizofrenia, o
inocencia interrumpida.
Me ha encantado!
El final... pff.. exquisito!
Saludos!
me atrae tu estilo,
ResponderEliminardenso,
negro,
pero atrapante.
escribes chido, intenso.
saludos!
¡Genial, Mosca! Genial.
ResponderEliminarDespués de todo ¿Qué es normal?
[Jaja, hice un verso sin hacer esfuerzo]
Cruel y simple, ja, me alegra no ser la unica que piensa en matar... xD
ResponderEliminarSaludos mosca, adivine quien soy :D
P.D. Le amo en secreto
COÑO. EXCELENTE. ME ENCANTÓ ¡AHHH! digo ¿qué?
ResponderEliminarMe encantó, me agradó el estilo.
Tóxico, intrigante.
Saludos, señor.
Mosca soy tu fans xD
ResponderEliminaryo aun recuerdo cuando fui a reino aventura
gracias a tu texto ahora de que soy normal
por que he tenido ganas de descargar balas sobre mis vecinos muchas veces
sobre todo cuando la viejita de junto dice que mi musica es diabolica ¬¬
que sabe ella de buen gusto musical...
además esas pastillas me ponen a hacer cosas que no me gustan y la vida se pone muy aburrida.
ResponderEliminarno, que las tome otro.
(en mi tierra las cahuamas salen a 22 varos, 20 si las encuentras en promoción...)
ResponderEliminar=)
Tal vez sòlo era un favor al mundo...
ResponderEliminarnunca sabe...
YEY!
ResponderEliminarAQUI TAMBIEN ESTAMOS , MOSCA ,
SALUDOS.